Entrevista Cadena SER

La experiencia de nuestros alumnos (VIII)

Damián es un caso de adicción fuerte al patinaje, os explica por qué en este artículo que ha tenido la gentileza de escribirnos.
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Hace muchos muchos años, en una ciudad pirenaica donde vivía, había una pista de hielo en la cual los niños pasábamos horas y horas patinando. Pero pasaron los años… muchos años… y aquello de patinar, que recordaba siempre como muy divertido, quedó en el olvido.

Fue hace no mucho cuando decidí retomar algo del deporte que hacía en tiempos. Y me dije: ¿y si vuelvo a patinar? En Zaragoza no hay pista de hielo y ví por la calle a gente con patines de ruedas en línea y pensé: ¿y por qué no? Los compré con mucha ilusión, junto con todo el lote de bolsa, casco, protecciones… y me los puse pensando que tantos años no podían haber hecho que dejara de saber patinar y que patinar con ruedas en línea sería como patinar sobre cuchillas en hielo. 
Ay… qué equivocado estaba. Había pasado mucho tiempo y las ruedas y las cuchillas no hablaban el mismo idioma relacionándose con asfalto y con hielo.
Así que pensé: un curso vendría bien. Y allí que me apunté. Me parecía increíble que con cinco clases de hora y media fuera capaz de dar un paseo por la ciudad en patines. Y el último día de curso, eso fue lo que hice. Con cierta tensión y aprendiendo que cada suelo es un mundo y que patinar en grupo es una de las cosas más divertidas que puedes hacer y que hace que veas la ciudad con otros ojos distintos, como nunca antes la habías visto.
Damián durante el curso
Como toda actividad deportiva supone un cierto esfuerzo que, sin embargo, parece mínimo cuando recorres la ciudad deslizándote: ¡patinando! Tras esta primera ruta final de curso hice mi primera ruta con una de las asociaciones de Zaragoza. Una ruta de los viernes para novatos, fácil, rodeado de gente maravillosa que patina ya hace tiempo y que te hacen sentir seguro. Los primeros quince minutos pensé que aquello quizá era demasiado. Pero poco a poco fui sintiéndome bien con los patines y avanzando, aun con ciertas dificultades, cosa normal para ser la primera ruta. A media ruta ya me encontraba mucho más seguro y disfrutando de la sensación de recorrer todo el centro de Zaragoza en patines. Todos esos sitios por los que había pasado mil veces ahora los recorría patinando. La sensación era increíble.

Una cosa quiero decir a todos aquellos que están dudando o piensan que patinar es una cosa que hay que aprender cuando eres un niño, o eres muy joven o estás en plena forma. Si os habéis planteado hacerlo es que ya tenéis el gusanillo en el cuerpo. Y eso es todo lo que hace falta para empezar. Eso e ir a comprarse unos patines y tener cuidado al probarlos en la tienda. Lo demás es solo cuestión de aprender, dejarse aconsejar y practicar un poco. De verdad. No hay secretos ni dificultades insalvables.
Damián durante una ruta urbana con ZaragozaRoller
Ahora os parece imposible o pensáis: ¿eso lo harán solo algunos? Aunque la verdad es que lo hacen todos los que se inscriben. Y seguro que tú también lo harás si lo intentas, te lo aseguro. Y luego, un poco de práctica y acudir a rutas con gente que sepa y te ayude es la mejor manera de acabar de aprender y, sobre todo, de hacer algo de deporte pero divirtiéndote y disfrutando en compañía de otros patinadores.

Espero que lo hagas ya y verte pronto en una ruta, la ruta fácil de los viernes noche, en la que yo, incluso, quizá hasta sea capaz ya de poder ayudarte. 
Eso sí, he de avisarte de algo ahora que aún estás a tiempo. Esto es adictivo. Cuando lo pruebas ya no puedes dejarlo y siempre quieres más. Si no quieres divertirte patinando y hacerlo en grupo conociendo gente con la misma afición con la que compartir esta afición, no vayas a comprarte unos patines. De lo contrario, ya estás tardando!
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¿Os ha convencido Damián? Seguro que sí.

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